¿Comemos siempre por hambre?
- Bettina Indart
- 5 jul 2024
- 4 Min. de lectura
¿Comes por comer? ¿Comes por estrés, ansiedad, por soledad o por aburrimiento? ¿Qué peso tienen para tí los estándares sociales de belleza?¿Sabes que las emociones y pensamientos influyen en qué y cómo comemos? ¿Cúántas veces comes rápido, incluso sin tener apuro?
Por el ritmo de vida que llevamos lo más habitual es comer engullendo y no ser conscientes del acto de comer por hacerlo distraid@ delante de aparatos electrónicos (televisor, celular, tablets, etc)
O quizás, utilizamos la comida para "calmar" emociones y pensamientos negativos que nos llevan a comer con ansiedad.Todo ello podría derivar, en algunos casos, en malestar abdominal, ingestas en exceso y a no darnos cuenta de cuándo estamos satisfech@s.

¿Hambre fisiológica o emocional?
En definitiva, muchas veces usamos la comida para evadir problemas, "tapar" emociones o "premiarnos", y todo ello se resume en saciar quizás, un vacío interior.
Puede ser habitual, ya que a lo largo de nuestra vida pasamos por momentos de soledad, duelos, separaciones, estrés laboral, crisis, sensación de vacío interior, entre otras.
Cuando éste estrés o ansiedad por comer es de vez en cuando o puntual, no hay que preocuparse. Debemos prestar atención, cuando comemos compulsivamente y sin ser conscientes con demasiada frecuencia (se hizo un hábito), ya que pasamos a un estado, que puede derivar en pautas compulsivas, desarrollando una relación insana con la comida.
¿Qué tipo de hambre tienes?
A menudo es difícil diferenciar el hambre real del emocional, ya que no paramos a escuchar las señales que nos transmite nuestro cuerpo. Cuando se tiene ansiedad y ésta se gestiona a través de la comida, es fácil confundir y mezclar los diferentes tipos de hambre.
El primer paso es aprender a escuchar las señales de hambre-saciedad, y para ello conviene no dar por hecho que “toca” comer o comer por inercia, sino parar, y evaluar si realmente sentimos hambre. Todo un re-aprendizaje.
Si nos guiamos por el hambre real, es más probable que comamos lo que necesitamos.
¿Cómo se diferencia el hambre real del hambre emocional?
Detectar y prestar atención a algunos puntos nos puede servir de guía para diferenciarlos:
El hambre real es progresivo y el emocional repentino.
En el hambre real no influye el estado de ánimo, en el emocional sí.
En el hambre real eres consciente de lo que comes, en el emocional no hay ni control ni conciencia ni se disfruta de los sabores.
En el hambre real no se siente culpabilidad o malestar, en el emocional sí.
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Además, habría que tomar en cuenta que cuando se come por hambre emocional generalmente se hace de pie, sin cubiertos y de forma rápida, disminuyendo así nuestra consciencia.
Sin embargo, cuando estamos más atent@s a nuestras señales físicas, nos tomamos un tiempo para saber qué tipo de hambre predomina, preparamos los alimentos que queremos consumir, y nos sentamos para disfrutarlos, nos estamos regalando una alimentación más consciente y quizás hasta más equilibrada.
En caso que el nivel de ansiedad sea alto y/o mantenido en el tiempo, es recomendable buscar ayuda profesional para resolverla.
Sugerencias para seguir una alimentación más consciente.
Este concepto, no sólo implica el ser conscientes de lo que comemos y cómo comemos, sino que abarca todo el proceso de antes y después de comer. Es por ello que quiero compartir contigo algunas sugerencias:
1. Cuando realices la compra, lee bien las etiquetas para evitar consumir alimentos con ingredientes que no nutren.
2. Prioriza la compra de productos frescos y de temporada, disminuyendo los envasados y productos ultraprocesados.
3. Cocina disfrutando y poniendo toda tu atención en el proceso.
4. Come en un ambiente agradable, evitando todo tipo de aparato electrónicos. Si es posible en companía o con música agradable, sentad@ y con cubiertos.
5. Realiza una (o más) respiraciones profundas antes de empezar a comer.
6. Da las gracias por la suerte que tienes de poder comer y sobre todo, de nutrirte para darle lo mejor a tu cuerpo.
7. Mastica bien, disfruta cada bocado.
8. Presta atención a los sabores, olores, texturas y cómo se combinan los alimentos entre sí.
9. Deja de comer cuando estés llen@ para no llegar a un estado de pesadez y malestar.
10. No te juzges de cómo has comido o qué has comido, tienes la oportunidad de cambiar lo que consideres en la próxima ingesta.
Practicar la alimentación consciente y la atención plena, puede ayudar a tomar decisiones alimentarias más informadas e intuitivas, con libertad y responsabilidad, utilizando todos tus sentidos para elegir alimentos nutritivos y agradables, aprendiendo a ser consciente del hambre física y tus señales de saciedad que te ayudarán a decidir cuando empezar y cuando dejar de comer.
A modo de conclusión, la Alimentación Consciente se plantea como una herramienta plausible para tratar de concientizar a las personas en una educación alimentaria y nutricional que en muchos casos es inexistente.
En este sentido los conceptos y la experiencia del hambre, plenitud, satisfacción, ingesta y estado de ánimo, así como los diferentes tipo de hambre, son claves en una buena alimentación.
Como profesional de la Nutrición entiendo que puede llegar a ser una muy buena herramienta que acompañe el abordaje nutricional, dada la implicancia que tiene el comportamiento alimentario en nuestras elecciones alimentarias.
En lo personal, no lo utilizo como abordaje único, sino integrado, para algunos buscador@s que resuenan con ésta propuesta o cuando consideramos en conjunto, que puede ser de ayuda para la situación particular.
Bettina Indart
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